sábado, 9 de febrero de 2013

Mito de los voluntarios

Hola blogueros!!
La verdad es que este trimestre ando un poco ausente del blog pero está siendo un no parar de hacer cosas.
Respecto a mis días por el hospital la verdad es que muy bien. Por temas de organización y demás, estos dos últimos días que he ido he hecho la visita yo sola pero sin problemas. Como ya os he contado en anteriores entradas los niños son una pasada. Estos días, respecto al estado anímico de los niños a los que he visitado, a sido bueno aunque más tirando a regular. Se podría decir que estoy viendo poco a poco la otra cara de la moneda cosa que por otra parte es perfectamente lógico y normal, no todo podían ser risas como en días anteriores ¿no?
Y ahí es donde precisamente quería yo llegar, al famoso "mito de los voluntarios". Porque todo el mundo sabemos, seamos voluntarios o no, que hay gente que dedica semanalmente una parte de su tiempo al voluntariado en hospitales (como es mi caso) pero... ¿realmente esa gente que tiene conocimiento de esto, y puede que algunos estén pensando en ser voluntarios, saben a lo que se enfrentan? Me explico. Muchos tienen el pensar erróneo de que los voluntarios de hospitales con niños nos dedicamos únicamente a ir a visitarlos y a jugar con ellos. No es así. Todo es muy relativo, e irá en función del estado tanto físico como anímico del niño, de sus papás, etc. Es decir, si el niño quiere jugar jugarás, si el niño quiere pintar pintarás... y así una larga lista de ejemplos pero ¿y cuando os encontréis el caso (que los hay frecuentemente) de que el niño esté hecho polvo o simplemente no quiera ni miraros a la cara? Hay quien podría pensar: yo soy voluntario con niños. Si entro en la habitación y veo que no quiere jugar doy media vuelta y me voy.
Pues no es así, porque no solo cuenta el niño, sino que en todo lo relativo a la enfermedad del cáncer juegan un papel importantísimo los papás y en muchos casos lo que debemos hacer es hablar con ellos, darles una pequeña vía de escape para que se desahoguen, para que alivien un poco la "carga" de tener que lidiar día a día con la enfermedad de sus hijos porque, al fin y al cabo, nosotros pasamos con ellos únicamente una horas semanales pero quien diariamente está al pie del cañón son ellos. Así que en este "rol del voluntario" esto es algo que hay que tener muy en cuenta. No se viene únicamente a jugar con los niños, sino que se viene a intentar ayudar tanto a niños como a papás o familiares que estén con ellos y también necesiten de nuestra ayuda.
Sin ir más lejos, ayer por la mañana en el hospital el papá de una de las nenas más pequeñitas que visitamos (5 mesecitos tiene la peque; ya veis que el cáncer no discrimina a nada ni a nadie) sintió la necesidad de desahogarse y me dijo: Pffff... que quemado estoy. ¡Esque la mierda ésta del cáncer! Ojalá nos dijeran que nos podemos ir aunque sea unos días a casa.
Ante un comentario de desahogo como este ¿qué le diríais? Pues eso es algo que también se ha de tener en cuenta cuando uno decide ofrecerse como voluntario de pacientes con cáncer.
Yo, ante esta situación, reaccioné como pienso que cualquier persona debería hacerlo: con calma y con serenidad. Intentando hacerle ver que si la nena ha de pasar o no más tiempo en el hospital, es porque los médicos creen que es más conveniente para su bienestar y para una mayor efectividad de su tratamiento.
Así que como ya os digo e insisto, principalmente para aquellas personas que estéis pensando en ser voluntarios en hospitales con niños, que situaciones como esta que os he explicado y otras miles que se os pueden dar, pasan diariamente, y es un factor a tener muy en cuenta al embarcarse en esta "aventura del voluntariado".

PD: Si todo sale bien y según lo planeado, puede que en breves os cuente una cosita que queremos llevar a cabo algunas de mis compañeras de la asociación y yo, pero hasta el momento... Shhhhhh, secreto ;)

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