martes, 9 de abril de 2013

Preguntas y reflexiones

Es sabido por todos mis familiares, amigos y conocidos que conocen mi labor como voluntaria de la aecc en oncología infantil, que es una de mis actividades semanales más esperadas. Pero, sin embargo, la respuesta de algunos de ellos cuando se lo comenté fue: Ayyy... yo no podría ir estaría todo el día padeciendo, no se como puedes.
Es cierto, que quizás para todas aquellas situaciones hospitalarias o que tengan que ver con el ambiente de un hospital puede que esté hecha "de otra pasta" como se suele decir, pero lo que yo suelo responder cuando me dan alguna respuesta de este tipo es muy simple: VOCACIÓN, no tiene más. Vocación y una capacidad de aguante y empatía considerables. Aunque algunas veces me fastidie, la verdad es que entiendo que me den esta respuesta, pues aunque yo no me encuentre incómoda en este mundillo del hospital, se ven y se viven situaciones no muy agradables a veces y aquí todos somos humanos, nadie es de piedra. No todo el mundo tiene la suficiente capacidad de adaptación para este tipo de situaciones. Así que en mi caso y en este aspecto, me considero una persona muy afortunada.
¿Cuál es el principal motor que me impulsa a ir cada semana a visitar a "mis pelones"?
Principalmente la satisfacción que me da el poder tener la oportunidad de sacarles la mayor cantidad de sonrisas que sea capaz. Y esa es una de las cosas que tengo como objetivo principal en mi labor como voluntaria: HACERLES SONREIR. Y es que no nos podemos olvidar que, a pesar de la enfermedad y las circunstancias que les ha tocado vivir, son niños. Unos niños que tienen el mismo derecho que los demás a sonreír, a jugar, a pasar buenos momentos, a disfrutar de la compañía de amigos, familiares y todos aquellos que estamos acompañándoles en su "carrera por la vida".
Para conseguir mi objetivo de hacerles sonreír me he visto y me veo a mis 21 años jugando a las cocinitas, inflando globos, dándoles el biberón a las muñecas, jugando a las peluqueras, pintando máscaras, haciendo talleres de petardos de papel de seda y cartón, pintando dibujos, jugando a las princesas...
Actividades que hago encantada por ellos, y que continuaré haciendo mientras pueda.
Aparte de conseguir estos objetivos con los niños, una parte muy importante de todo esto son sus familiares, principalmente sus papás, que son quienes más sufren las consecuencias directas del cáncer que padecen sus peques.
Y es que ver la sonrisa de satisfacción de los papás cuando vamos a ver a los peques y nos ponemos a jugar con ellos haciéndoles olvidar por un momento su situación, es digna de foto.
Tanta es la satisfacción de los papás que más de una vez, mientras los voluntarios jugábamos con los niños, han sacado el móvil para inmortalizar el momento mientras nos decían cosas como: Ayyy os voy a hacer una foto porque está tan entretenido jugando que es el único rato que se va a dejar.
Así que ya veis, por estos y otros muchos motivos, para mi es una experiencia de lo más positiva lo mire por donde lo mire.
Si, también tiene su parte negativa, no todo es color de rosa, sobretodo cuando nos enteramos de la recaída de algún peque, de que un trasplante no ha ido bien, etc.
Pero no por ello vamos a dejar de luchar a su lado, y mucho menos vamos a dejar de brindarles a todos y cada uno de ellos su derecho a sonreír, a jugar... En definitiva, a hacer que por culpa de la enfermedad no dejen de ser lo que son: NIÑOS.

Sheila.

1 comentario:

  1. Haces una labor estupenda y merece la pena porque cada día serás mas grande como persona aunque por lo que veo ya eres muy grande. Besitos y me quedo como tu fiel seguidora.

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